Ya era tarde, la luz del día
había desaparecido y los focos empezaban a iluminar en todas direcciones,
escrutando entre la oscuridad de la noche recién llegada y aumentando, se ello
era posible, la angustia que se vivía en esa gasolinera.
Habían
llegado cinco coches patrulla de la policía, dos de la Policía Local y tres de
la Nacional, la búsqueda la estaban realizando todo lo minuciosamente que eran
capaces y sin descanso todos los miembros, con la preocupación y angustia
reflejada en sus rostros.
Tras
analizar detalladamente todas las grabaciones de las cámaras del recinto,
claramente se veía al niño salir a escondidas del coche y correr hacia un
lateral de la gasolinera, abriendo la puerta apenas unos centímetros y muy
despacio, solo, huyendo o jugando a esconderse hasta que desparecía del campo
de visión de las cámaras.
Andrés,
era el nombre del niño, de una edad aproximada entre cuatro y cinco años con
síndrome de Down, había salido del coche corriendo mientras Roberto, su padre
estaba en la caja de la gasolinera abonando el carburante que había acabado de
repostar.
Una
intensa búsqueda se había desplegado por los alrededores del recinto, cubriendo
eficazmente todo el perímetro. Equipados con potentes linternas y un par de
perros adiestrados en la búsqueda de personas, llamándole continuamente por su
nombre. No se dejaba un solo matorral sin escudriñar. La gasolinera, en plena
carretera, estaba rodeada por los lados y la parte trasera por un frondoso
bosque de pinos y jaras. Esta era una ruta de acceso hacia los pueblos de
montaña.
Media
hora después llegaba Roxana, la madre del niño, acompañada por otro grupo de
policías, lo que si era posible, aumentaba todavía más la angustia de la
búsqueda que flotaba en el ambiente.
Los
minutos pasaban, las horas también a la par que aumentaba la impotencia y
preocupación de toda la gente que allí se encontraba. Unos pensaban que podría
tratarse de un secuestro, otros que tras un grave accidente hubiera perdido la
vida. Todo tipo de conjeturas flotaba en el ambiente.
Alrededor
de la una de la madrugada, una corazonada alertó a Roxana, su madre, y tras
pedir ayuda se dirigieron hacia una de las esquinas de la misma gasolinera,
fuera del alcance de las cámaras y focos. Allí había un armario metálico donde
estaban almacenadas las bombonas de gas butano para su venta. Al llegar allí,
uno de los empleados pudo observar un zapato del niño asomando detrás de una
bombona, lo que les dio la idea que se tratara seguramente de Andrés. La
cerradura rota impidió la salida del niño y el pánico le había imposibilitado
pedir ayuda.
A
los gritos acudieron todos los que se encontraban alrededor, forzando la
cerradura y tras mover las bombonas lograron sacar a Andrés de allí, muy
asustado, sin poder hablar. El miedo le había obstaculizado para pedir socorro
y no supo reaccionar de alguna manera para intentar salir de aquel armario.
Se
había iniciado una búsqueda hasta llegar a más de un kilómetro alrededor de la
gasolinera, pero nadie había tenido hasta el momento, la feliz idea de buscar a
escasos diez metros, donde se había escondido en un principio parar jugar y
después presa del pánico, Andrés.
Ejercicio Literautas nº 48. Tiene que tener las palabras Idea y Armario. Reto opcional: el escenario debe ser una gasolinera.
Gracias por tu visita Ismael. El tema de la letra es culpa del blog. A veces escribes normal y luego te salen así de canijas las letras. Me ha pasado también en el último post escrito. salu2
ResponderEliminarCasi me ha embargado la angustia. Estos días está a flor de piel el tema. salu2
ResponderEliminarHola, Ismael, este ya lo había leído en la propuesta del armario y la gasolinera, creo que te dejé un comentario con unos de mis seudónimos. No recuerdo si fue Lapdog u Ocitore, pero hacía referencia a la cruda situación de mi país y las náuseas que me produjo la idea de la desaparición del niño. Por fortuna, el final es aliviador. También, te agradezco mucho tu visita y el increíble comentario que haces sobre mi trabajo. Una reverencia ante ti y un abrazo de colega. Hasta pronto.
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