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viernes, 18 de abril de 2014

El sueño final




         Cuando Raquel abrió la carta no podía creer lo que ponía en ella. Llevaba veinte días sin saber de Luis, su ex-marido.  Este estaba en tratamiento médico y desde que fue a la ultima revisión no sabía nada de él. Aunque estaban separados mantenían un contacto frecuente. Raquel había alertado por su desaparición a la familia y amigos, y en el hospital donde había estado por última vez estaban haciendo todo tipo de pesquisas, pues nadie se explicaba la desaparición repentina.
          Luis le había resumido en una carta lo que había sucedido, todos los temores de una desaparición, rapto o secuestro que Raquel tenía se desvanecieron de repente y aunque este hecho en un principio le provocó un ataque de ansiedad o quizá de desengaño, mas adelante y con el paso del tiempo fue justificándose como un acto de gran valentía y de amor hacia su ex-esposa,
         El tipo de carta era una explicación que a todas luces parecía escrita por un demente pero cuando llegó al final de su lectura no pudo evitar echarse a llorar y pedirle perdón por lo que había pensado de él.

         La carta:
         Querida Raquel, te escribo esta carta para, de alguna manera, pedirte perdón por este, mi último acto para contigo y para con la familia aunque sea después de separados, y sobre todo, por el daño que a ti personalmente te pueda ocasionar.
         Como sabrás llevo tiempo con las dolencias en el estómago y mis visitas al médico son cada vez mas frecuentes. Los resultados de los análisis que me hacían regularmente no arrojaban ningún dato preocupante. Yo continuaba con mis dolores de los que tanto tu como nuestras hijas os burlabais bastante a menudo. Nunca lo tuve en cuenta, aunque a veces me enfadaba, la verdad, ya que anteriormente yo he sido siempre bastante cuentista o teatrero en cuanto a mis dolores, pero, esta vez, mis quejas no tenían nada de teatro.
         En las últimas visitas al hospital, como sabes, me pidieron unas nuevas pruebas muy complejas y especificas y a partir de ahí me han hecho mas exploraciones que nunca, las cuales han arrojado el peor resultado que me podía esperar y que por supuesto no os comenté.
         El diagnostico fue terrible, tengo una enfermedad degenerativa en un estado muy acelerado que va a acabar conmigo en tres o cuatro meses a lo máximo. Los doctores que me están atendiendo están todos de acuerdo en ello. No te voy a decir el nombre de la enfermedad para que no hagas ninguna indagación.
     Como tu también sabes, el sueño de mi vida ha sido siempre viajar a las islas de la Polinesia. Debido a nuestro desacuerdo matrimonial y la posterior separación no hemos podido nunca hacer realidad este viaje. Así pues, he tomado la decisión, he cogido todo el dinero que tenía ahorrado y me he marchado allí. He hecho el viaje, yo solo, y sin duda he cumplido mi sueño. Esto es un paraíso aunque mi proyecto es diferente al de los demás, al fin de mi viaje es morir aquí. No quiero médicos, ni hospitales, ni curas en la cama, ni gente a mi alrededor compadeciéndose de mi que mas tarde entre risas disfrutan el día siguiente. Quiero morir aquí en la orilla del mar y si me quedan fuerzas cuando llegue el momento entrar en el mar, como a mi me ha gustado siempre, desnudo, para que con un poco de suerte sea devorado por los tiburones u otros peces depredadores y voraces, y así, según mi karma, seguir reencarnado en trozos en multitud de otros seres vivos que se multiplicaran con el tiempo.
         No te quiero decir en que isla estoy, es totalmente desierta y espero que no vengas a verme ni a compadecerte de mi. He venido aquí a terminar mis días, como siempre he soñado.
         Seguramente, cuando recibas esta carta ya no exista.
         Recuérdame tal y como fui y cuanto que quise. Recibe mi último beso
         Luis








         Ismael Tomas
       





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