Cuando Raquel abrió la
carta no podía creer lo que ponía en ella. Llevaba veinte días sin saber de
Luis, su ex-marido. Este estaba en
tratamiento médico y desde que fue a la ultima revisión no sabía nada de él.
Aunque estaban separados mantenían un contacto frecuente. Raquel había alertado
por su desaparición a la familia y amigos, y en el hospital donde había estado
por última vez estaban haciendo todo tipo de pesquisas, pues nadie se explicaba
la desaparición repentina.
Luis le había resumido en una carta lo que había sucedido, todos los
temores de una desaparición, rapto o secuestro que Raquel tenía se desvanecieron
de repente y aunque este hecho en un principio le provocó un ataque de ansiedad o quizá de
desengaño, mas adelante y con el paso del tiempo fue justificándose como un
acto de gran valentía y de amor hacia su ex-esposa,
El tipo de carta era una
explicación que a todas luces parecía escrita por un demente pero cuando
llegó al final de su lectura no pudo evitar echarse a llorar y pedirle perdón por
lo que había pensado de él.
La carta:
Querida Raquel, te
escribo esta carta para, de alguna manera, pedirte perdón por este, mi último
acto para contigo y para con la familia aunque sea después de separados, y
sobre todo, por el daño que a ti personalmente te pueda ocasionar.
Como sabrás llevo tiempo
con las dolencias en el estómago y mis visitas al médico son cada vez mas
frecuentes. Los resultados de los análisis que me hacían regularmente no
arrojaban ningún dato preocupante. Yo continuaba con mis dolores de los que
tanto tu como nuestras hijas os burlabais bastante a menudo. Nunca lo tuve en
cuenta, aunque a veces me enfadaba, la verdad, ya que anteriormente yo he sido
siempre bastante cuentista o teatrero en cuanto a mis dolores, pero, esta vez,
mis quejas no tenían nada de teatro.
En las últimas visitas al
hospital, como sabes, me pidieron unas nuevas pruebas muy complejas y
especificas y a partir de ahí me han hecho mas exploraciones que nunca, las
cuales han arrojado el peor resultado que me podía esperar y que por supuesto
no os comenté.
El diagnostico fue
terrible, tengo una enfermedad degenerativa en un estado muy acelerado que va a
acabar conmigo en tres o cuatro meses a lo máximo. Los doctores que me están
atendiendo están todos de acuerdo en ello. No te voy a decir el nombre de la
enfermedad para que no hagas ninguna indagación.
Como tu
también sabes, el sueño de mi vida ha sido siempre viajar a las islas de la
Polinesia. Debido a nuestro desacuerdo matrimonial y la posterior separación no
hemos podido nunca hacer realidad este viaje. Así pues, he tomado la decisión, he cogido
todo el dinero que tenía ahorrado y me he marchado allí. He hecho el viaje, yo solo,
y sin duda he cumplido mi sueño. Esto es un paraíso aunque mi proyecto es diferente al
de los demás, al fin de mi viaje es morir aquí. No quiero médicos, ni hospitales, ni
curas en la cama, ni gente a mi alrededor compadeciéndose de mi que mas tarde
entre risas disfrutan el día siguiente. Quiero morir aquí en la orilla del mar
y si me quedan fuerzas cuando llegue el momento entrar en el mar, como a mi me
ha gustado siempre, desnudo, para que con un poco de suerte sea devorado por los
tiburones u otros peces depredadores y voraces, y así, según mi karma, seguir
reencarnado en trozos en multitud de otros seres vivos que se multiplicaran con
el tiempo.
No te quiero decir en que isla
estoy, es totalmente desierta y espero que no vengas a verme ni a compadecerte
de mi. He venido aquí a terminar mis días, como siempre he soñado.
Seguramente, cuando
recibas esta carta ya no exista.
Recuérdame tal y como fui y cuanto que quise. Recibe mi último beso
Luis
Ismael Tomas
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