Estábamos
en los lavabos, limpiando, que era nuestra obligación, bueno eso nos decía la
empresa, que nos pagaba para que lo hiciéramos.
Sonia,
mi compañera, y yo estábamos en la entrada de éstos cuando oímos un gran
griterío, unos insultos y reproches mas altos de lo normal, y uno chillando que
se sentaran, y después, tiros, disparos o como se quiera decir. Sonia me dijo:
-Oye,
esta vez si que discuten en serio, están a tiros y todo.
Al
momento entraron varias personas acompañadas de unos guardias, traían las caras
desencajadas, estaban muy asustados, casi muertos de miedo. Unos eran
periodistas y otros empleados, como nosotros. Todos murmuraban algo en voz
baja, como escondiéndose. No se por que si después lo que hablan los periodistas
se entera todo el mundo.
Estos
guardias y otros que llegaron nos encerraron dentro, no podíamos salir. Entre
los que entraron hablaban de algo militar, que estaban a golpes o algo así. Al
momento pensé que estábamos en guerra, otra vez, o esa otra guerra mundial que
decían iba a comenzar pronto, o que nos invadían los franceses que siempre nos
han tenido ganas.
Un
periodista le preguntó a uno de los guardias que pasaba, y este le contestó que
se callara o si no le daba dos hostias.
Eso
nos puso a Sonia y a mí muy alterados. Ella se me abrazó y empezó a llorar. Yo
la besé. Con una sangre fría, que yo no
sabia que tenía, me dije: «Ya tenia ganas de darle un beso». Me hice el machote y
se aferró a mí como si la persiguiera la muerte. Pensé en la ocasión tan
propicia, pero no era el momento, si nos bombardeaban ya me apañaría para
ponerme encima de ella.
Bueno,
yo soy así, que le voy a hacer, Solo pienso en el sexo ¿y que ? ¿No es lo mejor
que hay?
Entraron
mas guardias y cuchicheaban entre ellos, no sin antes meternos al fondo de los
lavabos para que no oyéramos nada de lo que decían.
Yo
no se si alguna vez he estado mas asustado que ese día. La gente se puso muy
nerviosa. A los periodistas les quitaron las cámaras y todos los aparatos de
radio que llevaban y que algunos hablaban por ellos aunque poco. Decían algo de
que los militares habían dado un golpe. ¿ Un golpe a quien? ¿ Y después le
habían matado a tiros?. No entendía nada.
Eso
de la democracia que decían era peor de lo que yo creía, aunque no lo entendía
bien, ya que nos decían que así mandábamos todos. Pensé que si en mi casa, en
vez de mandar mi madre, mandáramos todos sería un desastre. Así que en un país
entero, no quiero ni pensarlo.
Estuvimos
muchas horas así, todo el día prácticamente. Se rumoreaba que había tanques de
guerra en Valencia y en otros sitios.
Ya
lo tenía claro, nos atacaban los extranjeros, los de fuera, habían desembarcado
en Valencia e iban a conquistar España otra vez.
Sonia
solo hacia que agarrarse a mí, lo cual no me importaba nada, al contrario. Ya
pensaba que si llegaba la noche y teníamos que morir intentaría aprovechar el
momento, antes de irnos al otro mundo.
Todos
estábamos muy nerviosos, no nos dieron nada de comer y para beber lo hacíamos
del lavabo.
A
última hora de la tarde entraron mas guardias y empezaron a registrar los
lavabos. A través de una ventana situada encima de los servicios empezaron a
salir algunos guardias hacia un patio interior . No se que buscaban allí, nunca
había visto que hubiera nada ni nadie.
No
volvieron, se debieron de perder, mas tarde entro mas gente y nos dijo que
saliéramos, que nos fuéramos a casa. La verdad es que podían haber esperado un
poco mas, que ya tenía a Sonia medio convencida.
Salimos
en tropel a la calle, junto con mucha mas gente que había por todas partes. La
calle estaba llena de policías, de
guardias, de periodistas, muchos coches de radio y televisión, en fin un
espectáculo.
Nos
hicieron identificarnos y nos indicaron que nos fuéramos a casa. Unos guardias
metían a otros en unos coches y autocares pequeños.
La
verdad es, que si cada vez que se tiene que reunir va a ser así, casi sería
mejor el gobierno de antes, pensé. Por lo que me decían uno mandaba y los demás
obedecían y callaban. Ahora si es que tienen que mandar todos al final se van a
matar unos a otros.
Cuando
llegué a casa mis padres me recibieron llorando, pues todo el mundo estaba
alborotado. Me hincharon a besos, me dieron de comer todo lo que quería y
después me volvieron a hinchar a besos.
Poco
después me enteré de que a aquel día lo
llamaron el 23 F. Vaya nombre, que poco se han calentado la cabeza, no era tan
difícil,era el 23 de Febrero. Lo demás no lo llegué a entender. La verdad es
que la política no me va y lo único que recuerdo cuando lo vi en la tele es que
el mas viejo de todos, uno con bigote se puso chulo y lo hicieron sentarse de
un empujón.
Lo
que mas me gustó es que no nos habían invadido los franceses.
Ismael
Tomas
24
Octubre 2013
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