El matrimonio funcionaba sin ningún
estímulo. Hacía mucho tiempo que no hacían el amor. Dormían juntos en la misma
cama pero Ana siempre tenía evasivas para Miguel a la hora de practicar sexo. Ya habían perdido el
interés. De vez en cuando, sobre todo cuando se quedaban una noche solos,
cuando Raquel, su hija, salía con sus amigos, Miguel intentaba provocar el
deseo a Ana. La acariciaba, la besaba efusivamente pero al poco, ella se
volvía, le rechazaba, no se animaba en absoluto lo que producía a Miguel una
profunda desazón. Este cada vez se animaba menos veces, así procuraba evitar el mal humor que esto le producía.
Ya solo hacían el amor cuando realizaban algún
viaje. Las estancias en hoteles si animaban a veces a Ana. Miguel pensaba que
este cambio podría ser producido al ejercicio físico realizado visitando las ciudades
que recorrían y quizá por este motivo ella se sentía menos apática, mas
activa emocionalmente.
Cuando pasaba un largo tiempo sin hacer ningún viaje Ana ya volvía a estar totalmente inapetente. Miguel llego
a pensar que pudiera haber otra persona en una relación oculta. No era normal
esta situación.
Tampoco hablaban del tema, es mas,
cuando coincidía en televisión alguna película con imágenes de actos sexuales
evitaban verlo. Miguel le preguntaba de vez en cuando si tenía algún problema a
lo que ella siempre decía que estaba bien, pero ese día no estaba animada. También
le pregunto alguna vez si había otro hombre en su vida a lo que Ana contestó
igualmente que no se preocupara, algunas veces ya enojada.
Miguel tenía un gran desconcierto, pues
veía que no podía desahogar sus instintos sexuales con ella pero tampoco quería
buscar estímulos fuera de casa. Era muy fiel a su esposa y a su relación
matrimonial. A su esposa no parecía importarle ese tema, decía que había
perdido la libido.
Era ya primavera del año 2010, el mes
de Marzo cuando Ana se puso a dieta, una dieta de adelgazamiento que seguía con
mucho tesón, quería estar escultural para el verano, quería lucir un tipazo digno
de envidia. La verdad es que cada día estaba más guapa, sus curvas volvían loco
a Miguel. A finales de Mayo, en otro intento de Miguel de hacer el amor y ante
su nuevo rechazo Miguel montó en cólera. La amenazo con irse a algún burdel a
desahogarse. Ana no sabía que responder y le prometió que ese fin de semana, el
sábado por la noche, que Raquel iba a dormir a casa de una amiga le daría un
premio especial.
Esa semana Miguel estuvo de lo mas
amable y ella también le correspondió con zalamerías. Llegó el sábado y Ana
preparó una cena especial, con un vino seleccionado, velas, un postre especial
a base de fresas con chocolate, pues según decía era muy afrodisíaco, después café
y champán. Ana se insinuó a Miguel, se había vestido extremadamente sensual.
Cuando entraron en la alcoba, Miguel
estaba fuera de si, muy emocionado, tenía muchas ganas de ese momento. Ana se
desnudó totalmente y empezó a desvestir a Miguel, le provocaba, le volvía loco
con esas cosquillas sensuales que tanto le gustaban. Zalamera, le acariciaba, le tocaba, le
provocaba. Miguel estaba fuera de sí, entregado totalmente, lo que aprovechó
Ana para proponerle un juego que le tenía reservado. Con dos corbatas lo ató
los pies a las patas de la cama, siguiendo con las cosquillas, acaricias y
lametones hacia arriba, hacia el pecho, atando a continuación sus muñecas al
cabecero con otras dos corbatas. Miguel estaba atado de pies y manos, desnudo,
loco de placer y Ana encima de él, totalmente desnuda también, a horcajadas encima de su vientre,
disfrutando de esa penetración que les extasiaba a los dos; pero algo iba a cambiar
el rumbo de ese momento de placer.
Repentinamente se abrió la puerta de la habitación y entró otro hombre, alto, fuerte, cultivado en el gimnasio con una musculatura envidiable y también desnudo. En un momento empezó a acariciar a Ana por detrás a lo que esta se volvía para besarle efusivamente. Miguel, aterrorizado trató de soltarse de sus ligaduras paro ya era demasiado tarde, había sido cazado, era la presa de su esposa Ana y del otro hombre que le miraba con una amplia sonrisa dibujada en su cara. En ese momento, Ana, con una pícara sonrisa y enviándole un beso a través de sus sensuales labios puso la almohada encima de la cara de Miguel haciendo gran presión con ella, ahogándole, estando penetrada todavía por él. Miguel se retorcía desesperado, lo que producía en Ana mas placer todavía, hasta quedar totalmente asfixiado.
Miguel había perecido en manos de Ana, del cuerpo que mas había deseado durante mucho tiempo y del que pudo disfrutar en su último momento de su vida.
Repentinamente se abrió la puerta de la habitación y entró otro hombre, alto, fuerte, cultivado en el gimnasio con una musculatura envidiable y también desnudo. En un momento empezó a acariciar a Ana por detrás a lo que esta se volvía para besarle efusivamente. Miguel, aterrorizado trató de soltarse de sus ligaduras paro ya era demasiado tarde, había sido cazado, era la presa de su esposa Ana y del otro hombre que le miraba con una amplia sonrisa dibujada en su cara. En ese momento, Ana, con una pícara sonrisa y enviándole un beso a través de sus sensuales labios puso la almohada encima de la cara de Miguel haciendo gran presión con ella, ahogándole, estando penetrada todavía por él. Miguel se retorcía desesperado, lo que producía en Ana mas placer todavía, hasta quedar totalmente asfixiado.
Miguel había perecido en manos de Ana, del cuerpo que mas había deseado durante mucho tiempo y del que pudo disfrutar en su último momento de su vida.
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